Cobijo Camijanes

Tu espacio de fauna en su estado y hábitat natural

viernes, 30 de marzo de 2012

Habitantes del bosque mediterráneo

Si hay algo que resalta del bosque mediterráneo sobre cualquier otro ecosistema de la península, es la capacidad que tienen las plantas para perfumar con olores todo el monte. La mezcla de diferentes esencias, procedentes de muchas matas arbustivas, son una delicia que inundan los campos y nada más que llegan a nuestra nariz, hace que en el cerebro se reproduzcan diferentes imágenes de la siempre espléndida espesura mediterránea.


Bosque mediterráneo


En estos ambientes, los grandes mamíferos de la zona encuentran comida y refugio. Algunos como los ciervos, se pasan horas y horas ramoneando los árboles y arbustos del entorno.


 Retrato de vareto (Cervus elaphus) con las primeras luces del día.


Vareto (Cervus elaphus) ramoneando en un brezo.


Los lugares donde existe una superpoblación de venados, suponen un problema: ya que modifican las características del bosque, desplaza a otras especies (como el corzo) y puede limitar la existencia de otras (por ejemplo: en regiones donde sobrevive el urogallo cantábrico, coincide con la ausencia o una densidad muy baja de ciervo).
Cualquier ecosistema en el que no interviene la mano del hombre se encuentra perfectamente regulado y nunca o casi nunca se dan casos de elevadas poblaciones ya que suelen depender de muchos factores tanto externos como internos.
Las zonas donde existe este problema se puede atribuir a dos causas fundamentalmente: la falta de depredadores naturales (como el lobo) y las reintroducciones con fines cinegéticos. En las dos variables interviene la mano del hombre, que parece tener la autoridad sobre que especies potenciar y cuales eliminar, como ocurre con el ciervo y el lobo. Todo ello, lógicamente promovido por las administraciones y cazadores.
Dejando el tema de lado, del que se podría hablar días y días, vamos a seguir con la parte más natural que concierne al animal.
Existe bastante diferencia, por lo que hemos observado, entre los ciervos del bosque mediterráneo y los que se encuentran confinados en las montañas del norte peninsular, en cuanto a tamaño se refiere. Las venadas de las dehesas no son tan grandes ni tan corpulentas como sus vecinas norteñas y lo mismo ocurre en el caso de los machos. Basta con ver algunos vídeos de la berrea en diferentes regiones y el resultado salta a la vista. Seguramente está diferencia de corpulencia esté relacionada con la climatología. En las cordilleras septentrionales los inviernos son mucho más duros que en las dehesas, situadas más al sur y con unas temperaturas más suaves. Es un ejemplo de lo que se conoce como la regla de Bergmann (relaciona el tamaño de una misma especie con la temperatura ambiental que sufre el taxón en distintas latitudes).


Cervatillo (Cervus elaphus)


 Hembra y cría (Cervus elaphus)


Durante la primavera, es cuando la mayoría de las especies  de este  bosque traen al mundo a sus pequeños. En ocasiones, como ocurre con los jabalíes, los rayones se separan bastante de las madres, debido a que el número de crías por camada suele ser elevado, llegando en algunos casos a 8. Como siempre se dice con las rapaces nocturnas: "si te encuentras un pollo no lo cojas, ya que la madre estará cerca de su pequeño", la misma idea se puede manifestar con los pequeños cerdos salvajes. Pero en este caso más por tu seguridad, porque una jabalina con crías delante puede ser muy agresiva y aunque parezca que un rayón está solo ante el peligro, su madre no estará muy lejos.


Cría de jabalí, rayón (Sus scrofa)


Como aclarábamos anteriormente, todos los ecosistemas están perfectamente regulados y el monte mediterráneo no iba a ser menos. Los necrófagos se encargan de cerrar el ciclo, alimentándose de los restos de mamíferos muertos. En las dehesas extremeñas, el buitre negro y leonado llevan a cabo su función alimentándose de restos de ganado o de algún que otro ciervo.


Buitre leonado (Gyps fulvus) izq. Buitre negro (Aegypius monachus) dcha.


Buitre leonado (Gyps fulvus)


En las lindes de los bosques, si rebuscamos un poco por el suelo nos encontraremos con gran cantidad de reptiles que utilizan estas inmediaciones para termorregularse al sol y sorprender a sus presas al acecho. Un ejemplar típico de estas regiones es la lagartija colilarga, que como su nombre indica posee una cola de gran longitud respecto a su cuerpo.


Lagartija colilarga (Psammodromus algirus) soleándose


Detalle de la cabeza. Lagartija colilarga (Psammodromus algirus)


Lagartija colilarga (Psammodromus algirus) buscando la sombra


Estos lugares también son utilizados por multitud de paseriformes que buscan incansablemente alimento entre acebuches, jaras y brezos. La curruca cabecinegra es una especie bastante fotogénica, debido a su curiosa cara y su llamativo ojo, pese a la ausencia de colores llamativos. Basta con tener el sol más o menos a favor y que el sujeto quiera colaborar un poco. El único problema que presenta este grupo de aves es la inquietud, teniendo muy poco tiempo para colocar los parámetros y enfocar.
Esta especie presenta un marcado dimorfismo sexual: los machos tienen de color negro las plumas de la cabeza, mientras que en las hembras es mas claro.

 
Curruca cabecinegra hembra (Sylvia melanocephala)


Otras especies de paseriformes como pinzones, herrerillos o roqueros solitarios se dejan ver con bastante frecuencia en algunos de los pequeños roquedos de este magnífico paraje.

Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) 


Herrerillo común (Parus caeruleus)


Juvenil roquero solitario (Monticola solitarius)


Muchas veces la conservación de un ecosistema, como puede ser el bosque mediterráneo, viene a cargo de una especie emblemática que se encuentra en categoría de amenaza o peligro de desaparición. Los planes de recuperación van dirigidos a mejorar y conservar el hábitat donde viven los taxones amenazados, actuando estos como especies paraguas. Es decir, que al preservar a la especie que se encuentra en una situación delicada, se protege indirectamente al resto de especies que habitan el ecosistema, ya sean plantas o animales, consiguiendo con ello un ambiente lo más natural posible. 
Un ejemplo de esta caso concreto, lo encontramos en los ambientes mediterráneos con el águila imperial.


Águila imperial (Aquila adalberti)


Águila imperial (Aquila adalberti)

Al proteger este emblema faunistico de la península, estamos también conservando su ecosistema y esa es la razón que permite que una especie amenazada recupere sus mermadas poblaciones. En estos tiempos que corren, las imperiales se apresuran en la reparación de nidos y en despejar de su zona a cualquier intruso (como cuervos). La función es dejar el territorio lo más tranquilo posible para cuando dentro de unas semanas aparezcan los primeros pequeños cubiertos de plumón blanco.

Águila imperial (Aquila adalberti) persiguiendo a un cuervo (Corvus corax)

Por último os dejamos la imagen, aunque no con muy buena calidad debido a la distancia, de una pareja de imperiales.

Pareja de Águila imperial (Aquila adalberti)

Con esta colección de especies típicas de ambientes mediterráneos, nos despedimos hasta la siguiente entrada.
Gracias a todos por visitar el blog y por vuestros comentarios.
Un saludo.

domingo, 11 de marzo de 2012

Del hayedo al río

Pocos espacios resultan para nosotros, tan relajantes y tan inhóspitos a la vez, como un hayedo en invierno. La tranquilidad con la que puedes pasear por estos bosques abiertos es la mejor medicina para despejar la cabeza y salir de la rutina semanal. Aunque ahora parezca que estamos entrando en la primavera, hasta hace poco el frío lo invadía todo.


Hayedo con las primeras nieves en la Cordillera Cantábrica

 
Entrando al hayedo
Luz y sombras dentro del hayedo

 
Estas formaciones boscosas suelen aparecer en la cara norte de los sistemas montañosos de la Cordillera Cantábrica y Pirineos, ya que reúnen las características adecuadas para su desarrollo. Necesitan fundamentalmente humedad (por eso casi siempre aparecen en laderas con orientación norteña) y la falta de esta variable en el periodo estival es el factor más determinante para su existencia. En los hayedos, no se suelen encontrar apenas especies vegetales diferentes, ya que las hojas están dispuestas horizontalmente, dejando pasar muy poca luz. Los pocos árboles distintos que crecen en el entorno, aparecen en los márgenes de los hayedos. Algunos como el tejo o el acebo son auténticas reliquias de la flora cantábrica.

 Detalle de la rama de un tejo (Taxus baccata)

 
Detalle de la rama de un acebo (Ilex aquifolium)

Los troncos y las ramas de los árboles son escalados continuamente y de forma tranquila pero enérgica, por agateadores y trepadores. Estos paseriformes buscan bajo la corteza y en los huecos que dejan los picos su alimento.


Agateador norteño (Certhia familiaris)

 
En estos bosques de carácter atlántico se da un fenómeno bastante curioso y que afecta al porte de los árboles. La reptación o creep es un movimiento continuo del terreno, en este caso de las laderas, que afecta a la capa superficial y que consiste en la variación del volumen del suelo debido a las constantes hidrataciones y deshidrataciones. El efecto producido sobre la cubierta vegetal es un arqueamiento en la base del tronco, como el que se muestra en la siguiente imagen.

 
Fenómeno de reptación o creep reflejado en un haya (Fagus sylvatica)

La vida en el hayedo tiene dos caras; la diurna y la nocturna. Por la noche, el bosque cobra vida con las constantes idas y venidas de un gran número de mamíferos. Una de las pocas maneras de conocer lo que ha sucedido durante las horas de oscuridad, es la observación e interpretación de algunos de los rastros o pistas que nos dejan muestra de su presencia: ya sean de marcaje de territorio, de haber comido o las huellas  dejadas en el terreno.

Restos de un picapinos devorado por un zorro (Vulpes vulpes)

 
En medio de la matanza, puede observarse un excremento propio del marcaje de territorio. Es muy normal, cuando la nieve hace monótono el lugar, utilizar cualquier defecto del paisaje blanquecino para orinar o marcar de alguna forma su presencia. Cuando no hay nieve, los principales sitios para depositar las heces son rocas o tocones de árboles vistosos.

 
Excremento sobre piedra

 
Los rastros que dejan los animales pueden clasificarse de muchas maneras. Una de ellas puede ser la diferenciación entre las marcas dejadas para ser vistas (las dos imágenes anteriores), y las que quedan en el medio porque no hay más remedio (siguiente tira de fotos).

Excremento de corzo (Capreolus capreolus)

 
Huella de liebre
Huellas: zorro (Vulpes vulpes) izqda. y tejón (Meles meles) dcha.


Rastro de roedor

Mientras que la noche se muestra especialmente movida, faunísticamente hablando, el día ofrece otra cara bien distinta con un silencio absoluto, solo interrumpido en pequeños intervalos de tiempo por los cantos de algunas especies de aves o los brincos de algún que otro corzo.

Corzo (Capreolus capreolus)

 
Los pequeños torrentes que surcan los hayedos vierten sus aguas en cauces que cada vez van acumulando mayor volumen de líquido, dando lugar a las cabeceras de algunos ríos. En un remanso tranquilo procedente del bosque, la nutria encuentra su hábitat idóneo, con pequeñas pozas donde pescar.

 Nutria (Lutra lutra)

 
Con la nutria pescando cuando aún no había despuntado el sol, ponemos el punto y final  a este pequeño reportaje. Gracias a todos por visitarnos de vez en cuando. 
Un saludo.