Cobijo Camijanes

Tu espacio de fauna en su estado y hábitat natural

domingo, 18 de diciembre de 2011

Final del otoño en la Montaña Palentina

Durante estos últimos días que nos marcan el final de la estación, las escapadas a la montaña para los que no tenemos la fortuna de vivir en ella, son algo complicadas de planificar. La atmósfera está bastante inestable, como es obvio por estas épocas, y los días en que el tiempo parece estar más calmado existe una gran probabilidad de toparse con un manto denso de niebla. Todo esto siempre es bastante relativo y depende fundamentalmente de los intereses del fotógrafo o naturalista. Seguro que algunos de vosotros preferís fotografiar con niebla, ya que así se consigue un aspecto mucho más invernal y auténtico. Pero si lo que se quiere es hacer una buena espera, lo peor que te puede pasar, metereológicamente hablando, es encontrarse rodeado de una capa blanca que no te deja ver nada a escasos metros.
A continuación os mostramos una imagen que ilustra como la niebla se va metiendo por el valle mientras realizábamos una espera.


Niebla penetrando en un valle de la Montaña Palentina


A parte de los fenómenos climáticos, por estas fechas hay que tener en cuenta que si se quiere observar algo de vida o de movimiento de los habitantes del bosque será bastante más complicado, ya que son tiempos de cacerías y batidas. Estas actividades van a incidir en el comportamiento de los animales, haciéndolos mucho más esquivos.
Teniendo en cuenta las situaciones anteriores y para matar el gusanillo de la Cantábrica, decidimos pasar el día por la Montaña Palentina y sus alrededores. En condiciones normales, hubiésemos ido un par de días como mínimo, para aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece este lugar. Es uno de los mejores sitios de la Cordillera Cantábrica para la observación de ciervos, destacando sobretodo los enormes machos de hasta 11 puntas en una sola cuerna  (lógicamente la berrea allí es espectacular). Pero tal y como está el campo últimamante, variamos un poco nuestro plan para pasar la mañana con los graciosos y siempre inquietos mirlos acuáticos de la cabecera del río Pisuerga, e intentar disfrutar de los mamíferos en la montaña por la tarde.
A medida que iba saliendo el sol y se disipaba la niebla, los pequeños saltarines del río comenzaban a realizar sus tareas como alimentarse, acicalarse y bañarse. Os dejamos a continuación un pequeño vídeo con sus quehaceres diarios.


Mirlos acuáticos (Cinclus cinclus) en el alto Pisuerga


Desde las praderas fluviales aledañas, una hembra de cernícalo común espera la oportunidad de encontrar algún pequeño roedor para desayunar. Mientras vigila desde las ramas deshojadas, nos permite retratarla a placer.


Cernícalo común hembra (Falco tinnunculus)


Cernícalo común hembra (Falco tinnunculus)


Después de una mañana bastante productiva y entretenida, nos dirigimos al lugar donde teníamos pensado realizar la espera. La idea era observar el mayor número de mamíferos posibles, principalmente ciervos, y ver en que grado afectan las batidas de estos días a la vida en el bosque. Lógicamente, ese día, sabíamos de antemano que iba a ser complicado ver algo. Como hemos comentado anteriormente, en circunstancias normales la observación de venados en esta región es bastante abundante.
Hasta que la niebla lo permitió solo pudimos descubrir 3 ciervos (1 macho y 2 hembras) y un corzo. Todos los animales que encontramos estaban echados y bastante escondidos entre la vegetación de la zona, seguramente esperando pasar el chaparron de disparos y cazadores.


Hembra de ciervo (Cervus elaphus) entre brezos y escobas


Corzo (Capreolus capreolus) echado


Como era de prever, el balance fue muy pobre para lo que generalmente suelen ofrecer estas montañas, ni rastro de jabalíes, zorros, rebecos que con cierta frecuencia se dejan ver por la zona... Lo poco que pudimos observar se encontraba en los lugares mas escarpados e inaccesibles del lugar, debido al efecto negativo que tienen las batidas sobre el comportamiento y vida de los animales.
Pero el problema se agrava cuando los cazadores se adentran en zonas protegidas, restringidas al uso público para garantizar la seguridad de los taxones protegidos y en donde se desarrollan los planes de conservación para las especies en peligro de extinción, como es el caso del oso pardo cantábrico o el urogallo.
Si generalizamos y hacemos mención a toda la Cordillera Cantábrica, resulta que de vez en cuando y con el consentimiento de las administraciones, las batidas se desarrollan en plenos territorios oseros y del gran gallo. Lugares donde campan las pocas osas que hay con sus crías y los cada vez mas escasos urogallos intentan sobrevivir a todas las dificultades a las que se enfrenta.  Es vergonzoso que grupos de cazadores con más de 20 perros peinen toda una montaña, donde se sabe con certeza que en ese territorio hay animales protegidos y tanto los celadores como la administración digan que no causan ninguna molestia a las especies en cuestión. Sin embargo, si nosotros queremos dar un paseo o simplemente realizar una espera sentados entre unos piornos (seguramente molestando mucho menos que los cazadores) ya se encargará el forestal de echarnos de la zona y si le pillas con un mal día igual te cae una multa. Pero ya se sabe que la caza mueve cantidades indecentes de dinero y que el primer subordinado y beneficiario de este "deporte" es la administración.
Habrá gente que no esté de acuerdo, pero hay un hecho claro y es que se caza en zonas protegidas y sensibles a la alteración del hábitat. Si está prohibido transitar esos lugares, tiene que estarlo para todo el mundo.
Este echo lo hemos podido contemplar en varias ocasiones en diferentes puntos de la Cordillera Cantábrica. En un caso observamos como una osa adulta, con un comportamiento bastante intranquilo, escalaba apresuradamente las pendientes rocosas de una montaña, mientras que unos cazadores junto con un celador (sin percatarse de la situación) caminaban en sentido horizontal unos 200 metros más abajo.
Con todo esto, que cada uno saque sus propias conclusiones. Pero a nosotros nos parece una pena pasar de un septiembre-octubre envueltos en el encanto sonoro de la berrea a un noviembre-diciembre en los que solo se escuchan disparos de escopeta.
Para finalizar os dejamos una panorámica bastante típica de estos días en la Montaña Palentina.
Un saludo y gracias por visitar el blog.


Panorámica de la Montaña Palentina

lunes, 5 de diciembre de 2011

Naciendo entre castaños

Una actividad que solemos practicar cuando no tenemos mucho que hacer, es pasear o dar una vuelta. Simplemente, empezando a andar por andar, muchas veces acabamos pasando la tarde viviendo eventos que no esperábamos al poner el pie en la calle. Mucha gente estará pensando en ese día en que salió a dar una vuelta a la manzana y se encontró con un viejo amigo con el que acabó pasando una agradable tarde. Pero aquí nos referimos más a las andanzas sin rumbo y sin motivo por un medio natural; ya sea montaña, campo, riberas, costas...
Así, por ninguna razón, una tarde de domingo de noviembre nos pusimos las botas, agarramos un palo y comenzamos a patear un monte conocido. Como siempre, por el camino uno se va encontrando multitud de señales que nos retratan la vida del lugar aunque no podamos verlo: una huella pequeñita de plantígrado en el barro nos indica que durante la noche hubo un tejón buscando lombrices para saciar el hambre;


Huella de tejón (Meles meles)


Alguna que otra estampa, nos recuerda el otoño en nuestros montes.


Setas creciendo de una piña



Setas creciendo de una piña


Cuando uno quiere darse cuenta a recorrido varios kilómetros y empieza a descubrir nuevos parajes. De repente, como si de una frontera se tratara empiezan a aparecer multitud de castaños entre la vegetación hasta encontrarnos dentro de un verdadero castañal. Bajo sus ramas se han ido generando pequeños barrizales con charcos prácticamente permanentes durante los meses de más frío; ya que durante el otoño la caída de agua no cesa en los montes cántabros.


Viejo castaño (Castanea sativa)

Es precisamente ahí, donde las precipitaciones de lluvia se han ido acumulando y las hojas de los castaños dejan caer el agua que van almacenando, el lugar elegido de la rana bermeja para colocar la puesta. No tan ligadas a los cursos de ríos o lagos como pueden estarlo las ranas verdes, las bermejas pueden encontrarse bastante alejadas de núcleos de agua permanente. Juntándose exclusivamente para reproducirse, eligen el lugar que garantice la vida de sus descendientes. Este tipo de ambiente es el más solicitado por estas ranas pardas. Son aguas estancadas, por lo que la corriente no se llevará sus huevas; son temporales, por lo que hay ausencia de muchos posibles depredadores como peces, tritones... y las zancudas no se pasean por ellas.

Puesta de rana bermeja (Rana temporaria)

Tras producirse el amplexus, la hembra deposita los huevos en los remansos de agua que hemos descrito. Cuando nacen los renacuajos, pasarán su fase larvaria en pocos meses alimentándose de detritus, protozoos, algas e incluso otras puestas o larvas de menor tamaño. Tras sufrir la metamorfosis (en esta especie transcurre más rápido por el hecho de depender de un flujo de agua temporal), las ya ranitas abandonan su zona acuática y se adentran en los bosques y prados. Cuando alcanzan la madurez sexual vuelven al lugar de nacimiento u otro parecido y el ciclo vuelve a empezar.



Rana bermeja (Rana temporaria)



Rana con la puesta


Las ranas pardas que existentes en la península ibérica son todas bastante parecidas, confundibles a simple vista.
Una forma de diferenciarlas rápidamente es fijándose en el tímpano: mientras la bermeja y la ágil lo tienen de tamaño similar al del ojo, las ranas patilargas y pirenaicas tienen un tímpano de un tamaño claramente menor al del ojo. Eso si, todas deben tener la mancha oscura timpánica que las diferencia de las ranas verdes (que muchas veces son de tonos marrones). Otra característica exclusiva de las ranas bermejas frente a las otras cuatro, es un tamaño relativamente corto de las extremidades posteriores.



Detalle de la rana bermeja (Rana temporaria)


Es tiempo de castañas, y en el suelo, dentro de bolas de pinchos caídas de los árboles que nos recuerdan a pequeños erizos, está el fruto y la posterior semilla que dará paso a nuevos bosques donde futuras ranitas seguirán sacando adelante la especie. Armadas de esos tonos castaños de camuflaje y sus poderosas patas traseras para escapar, esperemos que este anfibio siga formando parte de nuestra preciada fauna durante mucho tiempo. Y es que, esta rana también es presa del ser humano. Es cogida para su degustación al igual que la rana verde, y hay lugares en los que aprovechan la zona y fechas de cria (cuando la concentracion anura es más elevada) para llevarse más de una asentada. Ni decir tiene, que las puestas quedan destrozadas, por lo que no solo trastornan la población actual del lugar, sino también la futura.
Cuando decidimos volver ya es de noche, y el camino de vuelta lo ameniza el cárabo con su ulular, las ranas verdes se oyen croar a lo lejos, en el río que surca el valle y algún que otro corzo suelta un ladrido. Siempre algún animal atrevido se cruza fugazmente, pero solo deja ver su sombra.
Esperamos que os guste la entrada, y que cuando veáis nuevamente un charco os pique la curiosidad de observar si contiene vida en su interior, un saludo a todos.